sábado, 12 de febrero de 2022

 Un día más y un día menos

 Dando un vistazo a la nada, y considerando casi todo, llego a términos en que todos tenemos una fecha, una hora y un momento donde se nos partió la vida y en ese instante en el que te sueltan la mano entiendes porqué no comes bien, porqué no duermes bien, porqué todo lo que haces sale mal y es simplemente porque no estás funcionando bien contigo mismo. Hace ya muchos meses que no entro en letras para mantener la tendencia que siento por la cocina de antes, esa cocina que me fascina con el solo hecho de ver ingredientes naturales en los fogones, muchos de ellos de huertas, granjas y gallineros propios, y no porque no haya seguido haciendo horno y cocidos en mi recinto particular, sino porque a veces surgen obstáculos, inconvenientes, situaciones, contextos en que los hilos del momento casualmente se enredan y no nos permiten desenmarañar la línea para seguir devanando. En ciertas ocasiones, el silencio que llevé dentro era un estruendo que retumbaba hasta en los huesos y de repente se te llenaba la mente de recuerdos y los ojos de lágrimas sin querer y era imposible hablar, así que sabrás que por dentro ya estás curado, cuando sin balbucear se puede contar la historia sin volcar un profundo y extenso suspiro. Y como nunca se sabe cuándo va a ser el último abrazo, el último beso, el último saludo ó el último día para inventar nada, hay que hacer las cosas que a uno le hace feliz contra toda corriente.

“Voy a cambiar la imagen, voy a cambiar la forma, voy a cambiar el estilo, he decidido hacer únicamente lo que me gusta”

No hay recorrido a la inversa  y atrás queda lo vencido, un plazo que no vuelve porque está cumplido. Dicen por ahí, que las cosas pasan porque tienen que pasar de una forma y no de otra y que el destino de cada uno está escrito en alguna página suspendida no sé en qué parte del universo, invariable, inamovible, incorregible y aparentemente sin alternativas. Imprevistamente nos encontramos ante un camino que abre opciones no previstas, y aunque azarosas, forzosamente hay que seguirlo. Y será de ese tono el color de cada uno, porque visto está y a hechos consumados me remito, que no he podido hacer realidad en un tiempo,  una de las cosas que más me gusta, además de la cocina, por estar desorientado en esas huellas forzadas por las circunstancias.

Me han preguntado y cuestionado algunas veces, porqué en este blog, en este pequeño rinconcito, dentro de una inmensidad universal del circuito integrado y del espacio infinito, dónde se supone que se guisan recetas, escribo de otras tantas cosas que se creen no vienen a la cuestión. Y digo yo…..una croqueta es el resultado de una bechamela, además de un ingrediente que la caracteriza como pollo, bacalao, jamón ó cualquier otro mejunje, huevo, pan rallado y algún que otro condimento para saborizarla, sin embargo,….esa croqueta no es la misma en Perú, Roma que Shanghái, ó una mahonesa, que desde siempre se disputan, origen, receta, ingredientes y proceso y aún así, es la salsa más consumida en el mundo. Cada cultura hace y deshace a su gusto prefente, y termina por realizar preparados que distan mucho del original. Además,……aparte del hecho de que disfruto escribiendo, y eso ha tenido como resultado dos libros publicados y contando recetas desde hace más de 12 años en este blog, vamos a ver si aclaro, dilucido, esclarezco y puntualizo la finalidad, el concepto, el propósito y la empresa de mis trances. Vamos a ver,….la trayectoria en que se descubren las callejuelas, travesías, senderos y caminos, los olores, los colores de las cosas, lo edificado en el camino y hasta las anécdotas vividas para localizar un final, debe ser contado, y ese final, es llegar a descubrir una puerta secreta a cocinas que pocos saben y conocen y la que está inmersa muchas veces en una tradición. No se concibe en un pronto de ahora ya como si existiera una línea blanca, determinada y decretada con música llamativa a seguir. No me van por allí los revuelos y nada de lo que se hace, se inventa, se imagina ó se proyecta, llega de la nada ó por aspersión vaporizada del cosmos. Todo y digo todo como un todo, una relación, una amistad, un ligue, una ruptura, hasta la llegada de un hijo tiene un inicio, un momento y un desenlace final, para bien ó para mal, y surge ni más ni menos y sin más mérito que el de la decisión. Como ya he escrito anteriormente, y de lo que estoy convencido por los acontecimientos, las cosas pasan porque tienen que pasar de una forma y no de otra y el destino de cada uno está escrito en alguna página suspendida no sé en qué parte del universo, invariable, inamovible, incorregible sin alternativas”. El que descubra otra letra suponiendo que las etapas de la existencia no son como la naturaleza se ha impuesto en la vida, que me haga llegar el criterio y prometo que le plantearé a Dios, a los existencialistas y a los idealistas, a los realistas y a los escépticos, a los racionalistas, a los unos, a los otros y algunos de más allá, la razón del porqué y causa del advenimiento que guía mis porqués.

       Quédate siempre al lado de quién te haga reír 

Y entonces,…ahora….aclarado mi incentivo,…podemos saber porqué alimento las líneas de un recetario de la forma que lo hago, llevando al lector hasta en los mismísimos atajos por los que he pasado. Un recetario no se hizo de ayer para hoy, no es un escrito que apareció por arte y magia del espacio estelar, es un complejo resumen de una y muchas vidas que han dejado sus pasos por él. Es un viejo cuaderno, que no siempre está a la vista de todos. Se encontraba en todas las antiguas cocinas, en esas cocinas en las que las estanterías y colgantes estaban llenas de cacharros, cosas y elementos fascinantes, que ahora casi ni se usan. Es el responsable de lo que hoy se interpreta de cierta forma en alguna cocina. Destartalado por el uso y el tiempo y privativo por su especial contenido, ese cuaderno de recetas, es el recetario. Lleno de anotaciones, comentarios, historias de algo que tuvo que ver con una elaboración, tachones y muchas referencias numeradas que muchas veces son ilegibles, sin orden determinado pero fácil de comprender. El propietario momentáneo de este tesoro, ha ido anotando cada una de las ideas, reseñas y composiciones de un plato cuando creía conveniente, para su posteridad. Frecuentemente, y casi siempre dentro del enlazo familiar, este cuaderno, ha pasado de generación en generación porque es legado como algo muy especial. De esta forma, su contenido va aumentando en pensamientos, opiniones y formas de realizar el preparado en cuestión. No está seleccionado por capítulos ni por secciones y ni siquiera por platos de entrada ó postres. Son las recetas de la tatarabuela, todas esas delicias que nos hacen volar la imaginación y que con algún acierto se determinan luego en los fogones. Este agendario es en sí mismo el causante de cambios y modificaciones después de algún tiempo, porque en la cocina todo preparado es un arte y el arte tiene la susceptibilidad del cambio, pero no de base, sino de forma. Il ricettario no es un libro de recetas de cocina como tal donde buscamos por receta y saltamos todo lo demás, en un recetario, nos sometemos a pasar hoja por hoja, página por página buscando aquella anotación que no tenemos claro dónde está, obligándonos a ver íntegramente lo escrito pasando revista a todos esos conocimientos que algún día se han plasmado con celo apasionado.

Y con estas líneas espero haber aclarado las dudas existenciales de unos, de algunos y aquellos, que debaten talentos, formas, razones y procederes de otros sin poner en claro su mundo aunque lo tengan delante y vean solamente hasta la punta de la nariz.

Y sin más,…. y por supuesto,…..seguimos rellenando con relatos las páginas de “il ricettario.”

“El cocinero en casa”

Como siempre, sigo contestando en carlossantosfalcone@gmail.com todas las recetas que tienen consultas, sugerencias, inquietudes, molestias, proposiciones y hasta reproches, con todo el miramiento posible sobre la cuestión, con la base fundada en la antigua cocina.