lunes, 20 de octubre de 2014

Lenguado a la plancha

Apto para celíacos
Cuando vamos a preparar pescado siempre nos encontramos en la disyuntiva acerca del mejor modo y forma para elaborarlo y sobre todo, que guste a todos los integrantes de la mesa. La mejor manera para preparar un alimento sea cuál sea, es la forma sencilla que hizo de la receta en cuestión, mantenerse viva hasta nuestros días. No hay que ser un experto y un enterado de secretos para saber que algo fácil se puede hacer muy complicado y por lo tanto, meternos en un berenjenal de órdago que nos liaría mucho más que aventajarnos. Para crear hay que tener un grado, pero para improvisar,……hay que tener un máster. Tenemos que conocer muy bien los puntos oscuros de las técnicas de cocina  y debemos saber también que cada secreto ha llegado a ser secreto por algo. Si llegamos a la premisa aquella que dice, “La creatividad es copiar, transformar y cambiar con otra apariencia, elementos ya inventado”, tendremos un buen trecho del camino andado, pero por supuesto debemos ser coherente y saber nuestras limitaciones. Hoy como tenemos entre manos un pescado a veces fácil, a veces complicado, según como lo elaboremos, recurriremos a la antigua forma de cocción que ha dejado de ser secreto desde que los romanos fueran imperio y la plancha su mejor resultado. Si la creatividad es cambiar algo ya inventado, entonces nos ponemos manos a la obra y seremos hoy los mejores creativos de la cocina. 

En primer lugar, preparamos el pescado que hoy toca y que hemos elegido muy bien cuidando esa frescura que nos hace falta para el resultado sea el deseado, en plancha. 
Pero no en una plancha cualquiera, lo haremos en las antiguas planchas de hierro, esas que alguna vez encontramos abandonada en un desván y que hoy han sido reemplazadas por las modernas de teflón. Hemos conseguido unas piezas de lenguados de ración muy frescos, con agallas brillantes y muy rojas, sin olor y firme al tacto. Llegados hasta aquí, quitamos la piel haciendo un corte en la parte más extrema hacia la cola y levantamos levemente la piel con el filo del cuchillo. Con un paño cogemos desde el extremo y tiramos firme hacia la cabeza. Hacemos el mismo proceso del otro lado y tenemos el pescado limpio de piel. Recortamos las espinas laterales y hacemos un corte en la parte blanda para extraer las tripas y vaciamos por completo.
 Ya está lista la materia prima principal para la elaboración de nuestro plato. Ahora ponemos “la plancha” a calentar y agregamos una cucharilla de mantequilla. En el momento que comienza a humear, ponemos el pescado y cocinamos de forma tal que logremos una terminación crujiente, dorada, sin quemar y en su punto por cada lado, nada complicado de ejecutar a esta altura de conocimiento en que elaboramos casi cualquier cosa…. Ponemos sal una sola vez y en la cara que ya hemos cocinado. Mientras esto ocurre cortamos un limón en rodajas y lo tenemos listo para usar. En el momento que el preparado está en su punto, lo presentamos en el plato con las rodajas de limón sobre el pescado. Servimos una pieza entera por persona para el deleite de la mesa y acompañamos con una exquisita ensalada fresca, 

y llegados a este punto, tenemos la satisfacción de la tarea bien terminada y el reconocimiento de los que serán agasajados con este delicioso plato, que no tiene precio, y nos hará sentir como en un festín romano.

“El cocinero en casa”                               

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