Apto para
celíacos
atravesando y
serpenteando por esos pasadizos que son fascinantes y que encuentro en cada recodo después de una y otra esquina florida.
El café en Italia es una
cuestión de estado, y es de obligado rendibú, saber ciertas particularidades antes
de meter la pata y quedar como cocoliches improvisados y alocados. Dejando a un
lado la cantidad de formas y presentaciones, que mencionaré más abajo, es de
convenio digno a este efluvio, que ha de saber suave como el amor y ser puro
como un ángel, que jamás tendremos que pedir un cappuccino después de las diez
y media de la mañana y nunca un espresso después de cenar.
Protocolo exige
compostura y la costumbre manda. Muchas son las formas en las que podemos
disfrutarnos esta pócima, pero con conocimiento de causa, y para ello debemos
tener en el cuaderno unas cuantas anotaciones. Uno de los café más populares en
cualquiera de las terracitas ó cafeterías que encontramos desperdigadas en los
más inverosímiles rincones del entorno, es el cappuccino. Este café es el rey
de los consumidos y está dispuesto con un tercio de café espresso, un tercio de
leche caliente y un tercio de espuma. Manda rito y sobre todo, tradición, que
no se pida un cappuccino después de cierta hora del día, no solo por el hecho
de no poder hacerlo, sino por el lujo del disfrute.
Hay otros preparados
que se amoldan y se acomodan preferibles al gusto después de este momento y que
también tiene un lugar sin comparación en el deleite. Los cafés espresso, muy
corto y fuerte, a cualquier hora y circunstancia del día, caffé con panna, en
taza mediana con la nata caliente en la parte superior, ristretto, un espresso
muy concentrado, café americano,
un café lavado por llevar más agua de lo normal,
ó lungo, con más cantidad de agua pero intenso en sabor, macchiato, por estar
presentado con algunas gotas de leche que pueden ser frías ó calientes, caffé
latte, que se prepara al revés donde primero va la leche caliente y sobre ésta
se vuelca el café, ó doppio, que se presenta en la misma taza dos espressos, son
alternativas en el día de plazuelas y cafeterías en las calles de Roma.
He
tenido la oportunidad de caminar y pararme a degustar muchos, y muchos cafés en
muchas partes, pero un café en Italia es sinónimo superlativo que no he podido
comparar en ningún otro andurrial. Por supuesto está, que después del caffè,
vienen los bollos.-
“El cocinero en casa”
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