Apto para celíacos
Nos vamos a la cocina y preparamos un
primer plato muy fácil, riquísimo y consistente. El risotto es un plato típico
de la cocina italiana, en este caso del norte y concretamente del Piemonte. Ha
sido y sigue siendo un preparado fundamental en la gastronomía de aquellas
tierras y se ha copiado tantas veces y tantas veces se ha transformado, que en
muchos casos una receta de risotto italiana por origen, no tiene nada que ver
ni siquiera en sus ingredientes. Hoy nosotros vamos a hacerle honor a esa
cocina original y elaboraremos el risotto como es debido, espiando algún que
otro secretillo en esos vecchi libri di cucina
que en ocasiones nos sorprenden por su sencillez. Puestos ya en el
asunto, elegimos arroz…, un buen arroz, y en este caso deberá ser arroz redondo.
Visto ya el elemento fundamental para el preparado, ponemos en una olla una
cucharada de mantequilla y le agregamos una cebolla muy bien picada, un diente
de ajo y una guindilla. Dejamos que la cebolla blanquee y el ajo tome color. Llegados
a este punto le sumamos unos doscientos gramos de jamón York cortado en finas
tiritas y removemos todo el conjunto evitando que se queme. Le agregamos el
arroz y mezclamos bien. La cantidad de arroz será de unos 60 a 80 gramos por
comensal. Ponemos en la olla el caldo para que se termine de hacer el plato. El
caldo deberá ser de verduras, y no vale de ninguna de las maneras un caldo
concentrado de cubitos. El caldo lo hacemos muy fácil. Cada vez que hacemos un
hervido de verduras, y no importa sea cuál sea la verdura, escurrimos las
verduras y guardamos el líquido. Una vez frío lo congelamos en moldes parecidos
a las cubiteras y siempre tendremos caldo fresco y súper natural. Bien…, como
imagino que no hay ese caldo preparado…, ponemos a hervir unas zanahorias, una
cebolla un calabacín una ramita de apio, un par de patatas y un puñado de judías
verdes, una pizca de sal y un ramito de perejil. Logramos el caldo y guardamos
la verdura bien escurrida para preparar un panaché de verduras para la cena. Bueno…,
a ver…, tenemos el caldo y lo agregamos en la olla del risotto. El caldo tiene
sal, de todas formas no le agregamos más condimento, el queso que le pondremos
al final llevará la sal suficiente. En el caso que nos parezca que nos gusta más
salado, hasta que la cocción esté casi terminada no probaremos el punto. Deberá
quedar un arroz semi-pastoso que le podemos dar forma.
Dejamos reposar un
instante y servimos. Llegados a este punto tenemos la satisfacción de la empresa
bien terminada y el reconocimiento de los que serán agasajados con este
delicioso plato, que no tiene precio.
“El cocinero en casa”
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