lunes, 30 de julio de 2012

Pollo de campo al horno con patatas


Apto para celíacos
Vamos a preparar un pollo de campo con patatas como lo hacía la abuela. En estos días de vacaciones para algunos y para otros que serán pronto, podemos hacer una excursión, ó lo que es ahora llamado eco turismo, por alguna de esas granjas ó fincas que se dedican a la cría de pollos de campo, y que se encuentran, probablemente, más cerca de nuestro lugar de residencia de lo que nosotros imaginamos. No confundamos con un criadero de pollos industrial, y tendremos que saber si la granja a la que iremos de visita, es solo de cría ó es también de cría y venta. Desde luego sea una u otra será una aventura para los más pequeños de la casa, que seguramente se lo pasarán en grande, y podremos ver en primera persona cómo es el proceso de cría natural, de uno de los alimentos fundamentales en nuestra dieta. Luego de todo el paseo obligado en reconocimiento de instalaciones y procedimientos, llegará el momento de decisiones. 
Elegiremos el plumífero que llevaremos a guisar, y después de todo el proceso de sacrificio, el que no recomiendo a todos y a ninguno que no tenga estómago para verlo, nos llevamos la pieza para preparar un exquisito pollo de campo al horno con patatas. La consistencia de la carne es distinta, el color es distinto y hasta la forma alargada es distinta a los pollos de criadero común. Tenemos que tener en consideración antes de asar este pollo, que nos hará falta algo más de caldo ó jugo para que el resultado no quede excesivamente seco. De todas formas la conclusión después de asado pinta un pelín diferente al acostumbrado con un pollo normal. Nos vamos a la cocina y preparamos los elementos y los ingredientes para nuestro plato. Pelamos unas patatas y las cortamos en cubos grandes. Pelamos y cortamos unas cebollas de la misma forma. En una fuente de barro, ponemos un chorrito de aceite y acomodamos el pollo limpio junto con las patatas y las cebollas. Condimentamos con sal, pimienta y si nos gusta, con un poquito de orégano. 
Regamos todo con un chorro de vino blanco y pasamos el preparado al horno caliente a 180 grados, en la rejilla del medio. Después de unos 35 minutos, más ó menos, le damos la vuelta con mucho cuidado, agregamos caldo y dejamos que siga en el proceso de cocción otros 15 minutos. Después de este tiempo tendremos listo el pollo, dorado, crujiente,… vamos,… una pinturita. 
Servimos sin hacer mención a los pequeños de la casa sobre el origen de ese pollo, y disfrutamos un resultado exquisito. La consistencia y textura de la carne se notará rápidamente y como es lógico, surgirá la controversia entre los comensales sobre gustos y preferencias. Con polémica ó sin ella, llegamos a este punto final y tenemos la satisfacción de la empresa bien terminada y el reconocimiento de los que serán agasajados con este delicioso plato, aunque al principio cueste reconocer, que no tiene precio.
“El cocinero en casa”

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