Apto para celíacos
Hoy vamos a preparar otro
plato de los de antes, uno de esos que casi no se encuentra en ninguna de las cocinas modernas. Era muy común, y muchos
de los más mayores se acordarán de ello, que en la cocina de la abuela, todo lo
que sobraba se guardaba para hacer luego otra preparación de primera calidad y
más de una vez, muy suculenta. Una de esas preparaciones que se elaboraban para
el deleite de todos era el pan de carne al horno. Para los mucho más jóvenes
que no fueron testigos de aquellos momentos de ingenio, debo aclararles que
cuando hablamos de sobras nos referimos a los restos de cualquier manjar que se
haya servido en la mesa y que no ha sido tocado de la fuente ó bandeja de
servicio.
Esos restos iban a la cocina y se preparaban para su conservación y
pronta transformación. No nos vamos a remitir, en este caso, a las carnes de
sobra que tenemos en la nevera, un trozo de asado, un filete a la plancha, una
pechuga de pollo guisada y alguna otra cosilla que encontremos por ahí. Hoy
vamos a preparar un pan de carne con un kilo de carne picada de primea mano y a
ser posible, con dos pasadas por la picadora. Entonces ya estamos en la cocina,
y pelamos un par de cebollas, que las
picamos menudas para rehogarlas en una sartén con un chorrito de aceite, dos
dientes de ajo y una guindilla triturada. Una vez que la cebolla blanquea y el
ajo toma color, le sumamos dos tomates maduros muy bien picados y dejamos a
fuego muy bajo que se cocine hasta obtener una pasta. Retiramos del fuego y
dejamos enfriar.
En un bowl ponemos la carne y la mezclamos con tres huevos y
dos cucharadas de harina de maíz. Le sumamos el refrito y mezclamos muy bien.
Condimentamos con una pizca de sal y una pizca de finas hierbas y la pasta que
obtenemos, la volcamos en una hoja de papel aluminio ó papel manteca ó papel
film ó un paño simplemente, y hacemos un pan. Una vez conseguida la forma,
desmoldamos y acomodamos con cuidado para no romper el resultado, en una fuente
para horno y horneamos durante unos 40 minutos a una temperatura de 180 grados.
Cuando esté dorado en la parte superior, será sinónimo de punto final y por
consiguiente tendremos listo el invento para servir con unas crujientes patatas
españolas.
Llegados a este punto tenemos la
satisfacción de la empresa bien terminada y el reconocimiento de los que serán
agasajados con este delicioso plato, que no tiene precio.
“El cocinero en casa”
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