miércoles, 29 de agosto de 2012

Mollejas a la Provenzal con barcas de lechuga


Apto para celíacos
Hoy nos vamos a dar un gusto de aquellos que hacen mucho ruido, un deleite para los sentidos y un apasionado grito de placer. Vamos a preparar unas mollejas a la provenzal y las acompañaremos con unas barcas de lechuga rellenas. Para empezar debemos ir a encargar las mollejas a nuestro carnicero, y le dejaremos claro que pretendemos comer mollejas de ternera y de corazón, no de papada. La diferencia puede ser mucha, sobre todo en gusto. Si las mollejas que nos ofrecen tienen un color amarillo pálido, descártelas inmediatamente, no son mollejas, son ganglios. La molleja que pretendemos tiene un color rosado claro, recubierta por una fina película membranosa que la protege, de un tamaño medio de aproximadamente un puño, con una forma semiovalada y limpia de venas y sangrado. Todo lo demás, master…ja, ja, en fin, otra cosa que sustituya este delicioso corte llamado a ser un deleite para el gusto, no es molleja. Vamos a la cocina y nos ponemos mano a la obra, bueno al guisado. Limpiamos las mollejas de la membrana que la recubre y lavamos con agua fría. Las cortamos al medio y logramos dos mitades que serán mucho más fáciles de cocinar y obtener un punto perfecto. Por otro lado preparamos un adobo provenzal que consistirá en ajo, perejil, sal, pimienta y aceite. Picamos todos lo ingrediente muy bien y condimentamos las mollejas que dejaremos reposar mientras iniciamos el preparado de la guarnición.
Lavamos unas hojas de lechuga criolla, cortamos unas rodajas de tomate, cortamos unas tiras de pimientos rojos, hervimos unos huevos, escurrimos unas aceitunas y preparamos un poco de bonito en aceite. Cuando tenemos todos los elementos dispuestos, cortamos el huevo en discos y para ello nos valemos de un corta huevos para que las rodajas queden parejas, y ponemos las hojas de lechuga escurridas en un plato. Acomodamos los ingredientes con un poquito de estéticas y gusto y reservamos sin condimentar hasta el momento de la presentación. 
Terminada la guarnición, ponemos las mollejas en la plancha para que se cocinen muy parejas. Rectificamos con sal únicamente cuando las damos vuelta una sola vez. Servimos cada plato a los integrantes de la mesa, si es que nos han dejado algo para ello y no se han comido el preparado en el transcurso de la charla, y en este punto tenemos la satisfacción de la empresa bien terminada y el reconocimiento de los que serán agasajados con este delicioso plato, que realmente, es exquisito y no tiene precio.
“El cocinero en casa”

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