Apto para celíacos
Hoy nos vamos a la cocina a
preparar un plato de los de antes. Uno de aquellos que nos sigue haciendo agua
la boca cada vez que nos invitan a pasar el día en una casa de campo. Costillas con salsa barbacoa y patatas. Las costillas debemos comprarlas enteras, es
decir el costillar sin cortar y limpio de grasa. En una bandeja para horno
acomodamos el costillar para asarlo durante más ó menos unos 25 minutos por
lado, a una temperatura de 180 grados. Primero con las costillas para arriba. No
le pondremos demasiada sal y solo una vez y cuando lo damos vuelta para asar
por el segundo lado. Este lado será el que más carne tiene. Pelamos unas
cuantas patatas para cortarlas en cubos y una vez lavadas y escurridas ponemos
una sartén con una buena cantidad de aceite y las freímos. Mientras tenemos la
carne en el horno y las patatas en la fritura vamos preparando la salsa
barbacoa. Hay muchas salsas de este tipo en el mercado, y muy buenas, pero os
recomiendo que se tomen unos minutos y preparen una salsa como es debido y como
se hacía antes. En una olla ponemos un chorrito de aceite y una cebolla picada
junto con dos dientes de ajo, también cortados. Freímos con cuidado que no se
queme el ajo y en el momento que comienza a colorear en tostado agregamos una
lata de tomate triturado. Le sumamos dos cucharadas de vinagre de manzana, tres
cucharadas de miel, dos cucharadas de salsa perrins, dos cucharadas de mostaza
suave, una punta de pimienta y una pizca de romero y otra de tomillo. Mezclamos
todo muy bien y dejamos a fuego muy bajo durante unos 25 minutos. Pasado este
tiempo le pasamos la licuadora y lograremos una melaza suave que será
aterciopelada cuando la colamos por un chino y luego por un cedazo. No le ponga
mucha sal porque este tipo de salsa debe tener ese fondo agridulce que con mucha
sal se lo quitaríamos.
Si cree que la salsa ha quedado demasiado espesa la
puede licuar con un poquito de agua caliente. Quitamos las patatas de la
fritura y las acomodamos en la bandeja de la carne. Una vez resuelta la salsa
pintamos con una brocha la carne y volvemos a poner en el horno el asado por
unos minutos antes de servir para que todo el conjunto se armonice. El resto de la salsa la ponemos en una salsera para llevar a la mesa. Llegados a este punto tenemos la
satisfacción de la empresa bien terminada y el reconocimiento de los que serán
agasajados con este delicioso plato, que no tiene precio.
“El cocinero en casa”
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